domingo, 10 de enero de 2010

Opiaceos alimentarios





Nadie duda que “somos lo que comemos”. Por tanto, aquello que cotidianamente ingerimos tiene una gran influencia sobre nuestro estado físico y mental. Mire a su alrededor. ¿No ve usted demasiados zombis? ¿Por qué tantas personas actúan como tales? Según el Diccionario de la Real Academia, el significado de zombi es: atontado, que se comporta como un autómata. Es fácil observar como se ha incrementado el estado de apatía social en las últimas décadas. Junto a la obesidad, ha crecido ese letargo colectivo que impide establecer prioridades, privilegiando cosas banales respecto a grandes temas, como la buena salud. ¿Por qué tanta gente no puede corregir nocivos hábitos alimentarios? Es sorprendente saber que insospechados alimentos cotidianos son responsables de esta tendencia, y también de la adicción por dichos alimentos. El objetivo de este informe es comprender qué nos generan estos alimentos y porqué nos cuesta dejarlos.

Todos saben que al consumir morfina, uno se vuelve lento, apático y adicto. Esto sucede porque la morfina es una sustancia opioide. ¿Por qué somos sensibles a dichas sustancias? Porque nuestro organismo (sobre todo el encéfalo) posee receptores para estos péptidos opioides. ¿Por qué? Porque nosotros los producimos en caso de necesidad. Cuando debemos escapar de algún peligro y nos encontramos heridos, necesitamos condiciones especiales para sobreponernos. En tales situaciones, el organismo produce péptidos opioides para disminuir el dolor; las conocidas endorfinas.

Los corredores de maratones conocen los efectos de las endorfinas, moléculas que les permiten continuar aún cuando se hallan exhaustos. Las endorfinas generan efectos placenteros, incrementan la resistencia física, provocan euforia, tienen poder analgésico… y también resultan adictivas. Para poder cumplir su función, las endorfinas requieren la presencia de receptores apropiados, en los cuales encajan como llave en una cerradura. Dado que las endorfinas y los péptidos opiáceos son muy similares, ambos encajan en nuestros receptores encefálicos.

Por cierto que el ser humano no está diseñado para embriagarse con morfina ni con endorfinas. La secreción de endorfinas se realiza en el organismo en determinadas condiciones especiales. Y la morfina no es un nutriente. Sin embargo, los receptores del encéfalo son susceptibles a otras sustancias opiáceas: aquellas presentes en los alimentos. En los años 70, científicos del Instituto Max Planck de Munich (Alemania) le llamaron exorfinas. Surge entonces una pregunta natural: ¿por qué hay péptidos opiáceos en nuestros alimentos? Las razones también son naturales.

Las exorfinas cumplen un papel esencial en la cría de los mamíferos y están presentes en todas las especies. Terneros y bebés reciben sus primeras exorfinas con las mamadas iniciales. Esto genera en el neonato una dependencia hacia la madre y un estímulo a consumir alimento. Además lo tranquiliza y lo duerme, cosa sencillamente comprobable en la reacción de los lactantes luego de mamar. Estos péptidos opiáceos, además de asegurar la ingesta de nutrientes por parte del neonato y garantizar su descanso, cumplen otra función clave.


Dado que el bebé esta recibiendo un alimento altamente especializado y específico, la naturaleza crea mecanismos para que se aproveche al máximo este nutriente perfecto. Por ello, los péptidos opiáceos de la lecheincrementan la permeabilidad intestinal, o sea “abren” la malla filtrante que es la mucosa de los intestinos. Si bien la mucosa esta diseñada para evitar el paso de alimentos no digeridos o sustancias tóxicas, en el neonato no existe tal riesgo, al ser la leche materna un alimento perfecto y totalmente digerible. Por ello, la mucosa se hace más permeable, a fin de no desperdiciar una sola gota de este nutriente vital, asegurando la absorción de los factores de crecimiento presentes en la leche materna. Este mecanismo se convertirá en uno de los más grandes problemas del adulto que continúe ingiriendo péptidos opiáceos, como veremos luego.

La leche contiene diferentes péptidos opioides, enmascarados en proteínas (caseína, lactoalbúmina, beta-lactoglobulina y lactoferrina). Los péptidos opioides de la leche son: beta-casomorfinas, alfa-caseína exorfinas, casoxinas, beta-casorfinas, alfa-lactorfinas, beta-lactorfinas y lactoferroxinas. Para prevenir la degradación de los péptidos y asegurar su función, los mismos son relativamente indigeribles y está previsto que lleguen inalterados al flujo sanguíneo.

¿Pero solamente la leche de los mamíferos posee péptidos opiáceos? No, también algunos vegetales sintetizan estas moléculas, a fin de defenderse de sus enemigos. Es el caso del trigo, cereal dotado de péptidos que adormecen a sus predadores. Una sola molécula proteica de gluten hallada en el trigo, contiene 15 unidades de un particular péptido opioide. El gluten del trigo contiene un número de péptidos opioides extremadamente potentes. Algunas de estas moléculas son incluso 100 veces más poderosas que la morfina. Los péptidos opioides del gluten hallados en el trigo son: glicina-tirosina-tirosina-prolina, tirosina-glicina-glicina-triptofano, tirosina-prolina-isoleucina-serina-leucina y tirosina-glicina-glicina-triptofano-leucina (el más potente de todos).

Los sacerdotes del antiguo Egipto utilizaban al trigo para alucinar, y lo empleaban en los vendajes, para disminuir el dolorprovocado por las heridas. Los emperadores romanos sabían que el pueblo no se rebelaría mientras tuviera pan y entretenimiento. Todos los productos derivados del trigo contienen péptidos opioides: pan, pasta, pizza, galletas, tortas, empanadas, tartas, etc. Al padecer un dolor dental, se puede masticar pan durante 10 minutos a fin de aliviar el dolor, con lo cual se comprueba su potencia anestésica.

Hemos visto que los péptidos opioides son absolutamente naturales, tanto en plantas, animales o humanos. Sin embargo, son un problema al sacarlos de contexto y consumirlos en abundancia, cosa que hacemos en nuestra moderna alimentación. Justamente por sus efectos adictivos, estos alimentos pasaron de ser “alimentos de supervivencia” en ciertas etnias, a ser “alimentos omnipresentes” en la masificada dieta industrializada. Además de sabores, texturas y practicidad, lo adictivo explica la supremacía de panes, galletas, pizzas, lácteos y pastas, sobre otros alimentos más nobles y más antiguos.

Más allá de los problemas directos que genera el abultado consumo de lácteos y trigo (refinación, procesamiento industrial, combinación con grasas, azúcares y aditivos nada saludables), el principal inconveniente de los péptidos opiáceos se visualiza en la función intestinal. Por un lado, la capacidad adormecedora de estas sustancias, “anestesia” vellosidades y paredes intestinales, generando estreñimiento y constipación. Es sencillo constatar la masificación de este padecimiento y las graves consecuencias que genera, como desencadenante del “ensuciamiento” corporal. Por otra parte, el incremento de la permeabilidad intestinal es algo que potencia y “garantiza” el problema. Los alimentos no digeridos y las sustancias tóxicas,se frenan por efecto del estreñimiento, mientras que la mayor permeabilidad facilita su rápido ingreso al flujo sanguíneo.

Además de generar apatía, adormecimiento y lentitud, los alimentos que contienen opiáceos son difíciles de abandonar. Personas que deben seguir dietas estrictas sin lácteos ni trigo, sufren al inicio los mismos síntomas del síndrome de abstinencia que protagoniza un adicto a las drogas: temblor en las manos, irritabilidad, sensación de vacío, etc. No es casualidad que muchos alimentos, incluso cárnicos y saborizantes, tengan entre sus componentes proteínas de leche y trigo, lo cual garantiza fidelidad al consumo.

Investigadores de la Universidad de Michigan (Usa) determinaron recientemente que las mujeres son más vulnerables a estas adicciones, en parte porque son más sensibles al dolor, en parte porque sufren más en situaciones de estrésdebido a efectos hormonales. No olvidemos que los receptores opiáceos del encéfalo son responsables de que nos encontremos subjetivamente bien o mal, y de allí la inconsciente dependencia hacia las fuentes alimentarias. Las mujeres necesitan dosis más altas de analgésicos opioides para liberarse de un dolor y por ello tienen más dificultades para abandonar dicha dependencia.

Por último, para tratar de compensar el efecto de enlentecimiento mental que generan los opiáceos alimentarios, las personas se vuelcan al consumo de estimulantes (cafeína, mateína, teína, azúcar, taurina y cosas peores). Lejos de resolver el problema, este acoplamiento determina hábitos poco saludables, que sin embargo tienen profunda raigambre y son socialmente bien aceptados.

Más allá del fenómeno adictivo y los hábitos culturales, ni trigo ni lácteos resultan alimentos que aporten nutrientes esenciales. Cuando se habla de nutrientes esenciales, nos referimos a sustancias o compuestos que no puedan ser satisfechos con otros alimentos propios de nuestra fisiología frugívora (semillas, frutas, verduras, algas, etc).



Fuente: Nutricion depurativa, Nestor Palmetti

sábado, 12 de diciembre de 2009

La Soja y el Cáncer





La nueva ordenanza de la FDA no permite poner ninguna declaración sobre prevención del cáncer en las etiquetas de los envases de alimentos, pero eso no ha impedido que la industria y sus especialistas en mercadeo las hagan en su literatura de propaganda.

"Además de proteger el corazón", dice el folleto de un fabricante de vitaminas, "la soja ha demostrado poseer poderosos beneficios contra el cáncer ... los japoneses, que comen 30 veces más soja que los norteamericanos, tienen una menor incidencia de cáncer del seno, del útero, y de la próstata".

Ciertamente. Pero los japoneses, y los asiáticos en general, tienen tasas mucho mayores de otros tipos de cáncer, en particular cáncer del esófago, el estómago, el páncreas, y el hígado. En todo el mundo, los asiáticos también tienen una alta tasa de cáncer de la tiroides. La lógica que enlaza la baja tasa de cánceres del aparato reproductor con el consumo de soja requiere que se atribuyan las altas tasas de cáncer de la tiroides y del tracto digestivo a los mismos alimentos, en particular porque la soja causa estos tipos de cáncer en ratas de laboratorio.

¿Exactamente cuánta soja comen los asiáticos? Una encuesta de 1998 descubrió que la cantidad diaria promedio de proteína de soja consumida en Japón era como de ocho gramos para los hombres y siete para las mujeres - menos de dos cucharaditas. El famoso Estudio Cornell de China, dirigido por Colin T. Campbell, descubrió que el consumo de legumbres en China variaba desde 0 hasta 58 gramos por día, con una media de aproximadamente 12.

Suponiendo que dos tercios del consumo de legumbres sea soja, entonces el consumo máximo es de como 40 gramos, es decir, menos de tres cucharadas por día, con un consumo promedio de como nueve gramos, o menos de dos cucharaditas. Una encuesta llevada a cabo en la década de 1930 reveló que los alimentos de soja representaban sólo 1.5% de las calorías en la dieta de los chinos, en comparación con el 65% de las calorías procedentes de la carne de cerdo. (¡Tradicionalmente, los asiáticos cocinaban con manteca, no con aceite vegetal!)


Los alimentos de soja tradicionalmente fermentados producen una sazón deliciosa y natural que puede proporcionar importantes factores nutritivos en la dieta de los asiáticos. Pero, excepto en tiempos de hambruna, los asiáticos consumen productos de soja sólo en pequeñas cantidades, como condimento, y no como reemplazo de alimentos animales - con una excepción. Los monjes célibes que viven en monasterios y que llevan una vida vegetariana encuentran los alimentos a base de soja bastante útiles porque aplacan la líbido.

Fue un meta-análisis de 1994, efectuado por Mark Messina, y publicado en Nutrición y Cáncer, lo que avivó la especulación sobre las propiedades anticarcinógenas de la soja. Messina observó que, de 26 estudios sobre animales, 65% informaron efectos protectores de la soja. Convenientemente, se olvidó de incluir por lo menos un estudio en el cual la alimentación con soja causó cáncer del páncreas, a saber, el estudio que llevó a cabo Rackis en 1985. En los estudios humanos que él listó, los resultados fueron mixtos.

Algunos de estos estudios mostraban algún efecto protector, pero la mayoría no mostraron en absoluto ninguna correlación entre el consumo de soja y la tasa de cáncer. Rackis llegó a la conclusión de que "los datos en esta revisión no pueden usarse como base para afirmar que la ingesta de soja disminuye el riesgo de cáncer". Pero, en su libro subsiguiente, The Simple Soybean and Your Health [El Sencillo Frijol Soja y Su Salud], Messina hace justamente esta afirmación, recomendando una taza de 230 gramos de productos de soja por día en su dieta "óptima" como medio de evitar el cáncer.

Miles de mujeres están ahora consumiendo soja en la creencia de que ésta les protege contra el cáncer del seno. Pero, en 1996, los investigadores descubrieron que las mujeres que consumían aislado de proteína de soja tenían una tasa mayor de hiperplasia epitelial, una condición que presagia el cáncer maligno. Un año más tarde, se encontró que la genisteína de dieta estimulaba las células mamarias para entrar al ciclo celular, un descubrimiento que llevó a los autores del estudio a llegar a la conclusión de que las mujeres no deben consumir productos de soja para evitar el cáncer del seno.



Fuente: http://www.axel.org.ar
Podréis encontrar generosa información negativa de la soja.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Clorofila




La clorofila posee efecto antianémico, por su capacidad de generar plasma sanguíneo con gran eficiencia. Otros efectos benéficos son: aporte de oxígeno al medio celular, efecto antiparasitario y elevado potencial depurativo (es la base de efectivas curas desintoxicante). En las verduras de hoja, el color verde delata la presencia de clorofila, pero otras hortalizas también contienen clorofila, como la zanahoria, aunque enmascarada por los carotenoides (beta-caroteno) que dan color naranja.

Una de las razones por la cual se germinan semillas, es poder cultivar hogareñamente tiernas hojas fijadoras de la benéfica clorofila. Por ello se usan semillas gramíneas como el trigo, la avena, la cebada o bien el sarraceno. Dado que el proceso lleva varios días, la semilla necesita el aporte nutricional de la tierra.

El objetivo de cultivar estas hojas verdes, es acceder a la elevada concentración de clorofila sintetizada por la pequeña planta. El poder depurativo, oxigenante y regenerador de la clorofila es enorme. Estos pigmentos presentes en vegetales terrestres y marinos (algas), están especializados en captar energía luminosa (fotones) para convertirla en energía química. La estructura molecular de la clorofila es exactamente igual a la hemoglobina sanguínea, con la diferencia que la clorofila tiene un ion central demagnesio en lugar de hierro.

El potencial de la hierba de germinados saltó a la luz en la década del 60, mientras se estudiaban fuentes alimentarias para la cría animal, definiéndose a la hierba de trigo (wheat grass) como el alimento más rico, enzimático y concentrado de la Naturaleza. Luego comenzó a ser utilizada por terapeutas naturistas como la Dra. Wigmore o el Dr. Moerman para curar enfermedades como el cáncer.

Por efecto de la clorofila sintetizada por los germinados en general y especialmente en las hojas tiernas, su consumo nos aporta gran cantidad de beneficios. La clorofila hace más eficiente la respiración y el metabolismo celular, activándose las funciones regenerativas, depurativas y curativas.

La clorofila de las hojas de germinados permite: depurar la sangre, eliminar toxinas del cuerpo, alcalinizar el organismo, controlar infecciones, crear un ambiente adverso para virus y parásitos, cicatrizar heridas, reducir la presión sanguínea, hacer más eficiente el ciclo de la insulina, mejorar la actividad tiroidea, modular mejor el colesterol y mejorar estados degenerativos como las esclerosis.

En el jugo de estas hojas de germinados, recogidas entre el 7º y el 10º día de cultivo, el 70% es clorofila. Si bien todas las hojas verdes contienen clorofila, la hierba joven de los brotes tiene 20 veces más concentración: 100g de hierba de germinado equivale a 2kg de la mejor verdura. Pero el secreto de las jóvenes hojas no pasa solo por la clorofila; los científicos han detectado la presencia de más de cien sustancias conocidas: poseen 11 veces más calcio que la leche, 5 veces más hierro que la espinaca, 5 veces más magnesio que la banana, 60 veces más vitamina C que la naranja, 45% más proteína que la carne y todos los aminoácidos esenciales.

Pese a todos sus atributos, la hierba de germinados nunca pudo ser comercializada e industrializada, ya que estos méritos solo se observan en la hoja fresca del brote o en el jugo, dentro de la hora de extracción. Por eso la necesidad de cultivarla en casa, y cortarla fresca, a medida que se la consume. Tampoco puede ingerirse en dosis elevadas, dado su densa concentración nutricional.

Si bien existen jugueras especiales para extraer su néctar, la forma más práctica y sencilla de aprovechar el jugo de la hierba de germinado, es masticando sus hojas o bienlicuándolas unos minutos junto a una fruta como la manzana (le suaviza su sabor fuerte), eliminando la fibra (abundante) previo al consumo, mediante un colador.


Si no tenemos cultivo de germinados, o paciencia para hacerlo, podemos siempre aprovechar los beneficios de la clorofila licuando hojas de alfalfa. No cuesta nada “tirar” unas semillas de alfalfa en un rincón del patio y cosechar luego hojas de esta rústica y noble planta, que siempre rebrota y nos brinda su elevado potencial nutritivo y depurativo. También podemos recurrir a hojas espontáneas de nobles hierbas como la ortiga, el llantén o el diente de león.



Fuente: www.nutriciondepurativa.com.ar

martes, 24 de noviembre de 2009

Semillas de cáñamo, proteínas vegetales ideales.




Las semillas de cáñamo son quizá las mejores proteínas vegetales que existen pero hay que redescubrirlas ya que han caído hoy en día casi en deshuso. Si buscas proteínas vegetales ricas en nutrientes y digestivas piensa en las semillas de cáñamo.

¿Por qué el uso del cáñamo casi ha desaparecido hasta hace bien poco?

El gobierno de los EEUU prohibió los cultivos de Cáñamo hace unos 60 años ya que era la competencia más fuerte contra su algodón. Lo mismo intentó hacer difamando el aceite de oliva para introducir el de girasol en Europa. Si bien es cierto que algunas variedades son ricas en THC y tienen componenetes psicóticos sólo es cuestión de cultivar las especies adecuadas que es lo que siempre se ha hecho en los países mediterráneos. Es muy importante recordar que las semillas de cáñamo NUNCA contienen ninguna sustancia psicótica.
Propiedades de las semillas de cáñamo

El cáñamo es una de las plantas más beneficiosas para el ser humano y el aprovechamiento de sus innumerables propiedades se remonta a miles de años.
Recordemos que del cáñamo se pueden hacer cuerdas, ropas, aceite de masaje, aceite para quemar, crece en terrenos incluso muy pobres, no necesita pesticidas, necesita poca agua, sirve para confeccionar papel, pinturas, etc. ¿Os parece poco?.

Una de las propiedades más interesante es el uso de las semillas de cáñamo como proteína vegetal tanto para humanos como para animales. Su riqueza en ácidos grasos las hacen muy aconsejables para cuidar o prevenir las enfermedades cardiovasculares. Participan en el buen funcionamiento del sistema inmune y son un potente antioxidante (ácidos grasos y vitaminas A y E).
Son ideales en caso de estreñimiento ya que tienen un altísimo porcentaje de fibra y son, a la vez, unas de las proteínas vegetales más digestivas.


Información nutricional de las semillas de cáñamo (por cada 100 g.)
25 % de Proteína.
35 % de Hidratos de carbono.
35% de Aceite (ácidos grasos esenciales Omega 3 y Omega 6).
380 Kcal.

Si sorprende su altísimo nivel de proteínas vegetales también hay que destacar su asimilación o disponibilidad ya que contiene todos los aminoácidos esenciales y eso es muy importante para las personas vegetariana o que consumen, en general, pocas proteínas.

Aporta vitaminas A, C, D, E y del grupo B. Entre los minerales destaca su aporte de Calcio, Fósforo y Hierro.


Como incorporar las semillas de cáñamo a nuestra dieta, las semillas de cáñamo se pueden consumir de muchas maneras: enteras, molidas, germinadas, leches o en forma de aceite.
Enteras: tradicionalmente se ha usado añadiéndola a galletas y panes.
Trituradas: se puede añadir como condimento a ensaladas, pastas, sopas, etc.
Germinadas: es poco conocida esta forma de consumo y hay que tener en cuenta que sus propiedades siempre aumentarán aún más.
Harina: se puede utilizar como si fuera una harina normal para pizzas, pasteles, galletas, panes, hamburguesas vegetales, etc.
Leche: Se dejan en remojo toda la noche y se trituran con agua en proporción de 1/4 de semillas.


A nivel nutricional es muy interesante saber que estaremos consumiendo un producto libre de pesticidas ya que es una planta que no necesita ningún producto químico. El sabor es muy suave y agradable recordando un poco a semillas o frutos secos (girasol, avellanas o a nueces).

La Soja o Soya es quizá, dentro de las proteínas vegetales, la más popular actualmente.
En cambio las semillas de cáñamo tienen unas proteínas vegetales más digestivas (no son legumbres y además son ricas en ácidos aminados) y son también más completas a nivel de ácidos grasos (tanto en su cantidad como en la proporción entre ácido linolénico y el Linoleico).
Las semillas de cáñamo nunca provienen de cultivos modificados genéticamente mientras que la Soja o Soya (si no viene certificada de origen o produccción ecológica) puede serlo.
Las semillas de cáñamo no producen alergias mientras que la Soja o Soya puede producirlas en algunas personas.




lunes, 23 de noviembre de 2009

La cuestión energética





Si bien los alimentos aportan nutrientes estructurales (aminoácidos, grasas, azúcares, minerales), tal vez la principal propiedad no sean solo sus valiosos componentes físicos, sino su acción vitalizante sobre nuestro metabolismo energético. Recientes investigaciones muestran que el factor primordial en la calidad de un alimento, es su energía solar (fotones). A través del alimento, absorbemos biofotones (particulas luminosas), que transmiten a las celulas importante información biológica para modular procesos vitales del cuerpo.


Los biofotones poseen una gran fuerza de organización y regulación que proporciona al organismo mayor movimiento y orden, lo cual se traduce en una marcada sensación de vitalidad y bienestar. Cuanta mas energía luminica pueda almacenar un alimento, mayor movimiento y orden, lo cual se traduce en una marcada sensación de vitalidad y bienestar.


Cuanta mas luz contengan nuestros alimentos, mayor es su valencia biologica y menor es la cantidad de masa alimenticia que necesitamos.


André Simoneton, ingeniero militar frances, desarrolló después de la primera guerra mundial, un procedimiento para distinguir la vitalidad de los alimentos, mediante el uso del péndulo.


Aplicando su tecnica para medir longitudes de onda, a los seres humanos, Simoneton descubrio que una persona sana normal emite una radiación entre 6200 y 7000 Ä, en tanto que las radiaciones de fumadores, bebedores y carnivoros, son siempre mas bajas, comprobó que los pacientes de cancer emiten 4800 Ä.


La mayor parte de las frutas y hortalizas recién cogidas, emiten radiación entre 8000 y 10000 Ä en plena madurez. Simoneton advirtió que, cuando llegan al mercado, la mayor parte de las hortalizas han perdido la tercera parte de su energía, y que cuando se cuecen, pierden otro tercio de vitalidad.


En su libro, Simoneton cree que va a llegar el día que en lugar de vacunas obtenidas de cuerpos o cadaveres de animales, se utilice en medicina el jugo radiante de las plantas.


Información obtenida del libro "Nutrición depurativa" de Néstor Palmetti.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Bases para un crudivorismo equilibrado





Lo mas importante es equilibrar las cantidades de los distintos tipos de alimentos que existen atendiendo a sus efectos metabólicos.

Antes hay que conocer que el cuerpo realiza tres funciones corporales básicas, siempre de manera simultánea pero en la que una de las tres predomina sobre las otras dependiendo de factores como la alimentación y la hora del día. 


Estas funciones son la eliminación, la digestión y la asimilación. Bien, los tres tipos de alimentos a considerar según potencien una u otra función, y no sólo porque entre todos aporten todos los nutrientes necesarios, son:

Plantas de hoja verde: Lechugas, repollo, espinaca, berzas, escarola, brotes crecidos (con hojas), y en general toda planta con más o menos clorofila.
Este grupo estimula principalmente la eliminación y son la fuente óptima de proteínas.

Plantas con alto contenido en grasas: Aguacate, aceituna, todo tipo de nueces. Fuente principal de lípidos y estimulan la asimilación.

Frutas dulces: Frescas y secas. Manzanas, uvas, dátiles, plátanos…
Fuente de glucosa y estimulan la digestión.

Un cuarto grupo que no tiene efecto de estimulación sobre ninguno de las funciones nombradas, es el de los frutos no dulces, como el pepino, la calabaza, el calabacín y afines.

La idea es que comer unas cantidades proporcionales de alimentos de los tres grupos de manera que se compensen sus efectos. Si en una comida se come un exceso de fruta, en las otras hay que comer más verde y más nueces, y así para todas las posibilidades. Evidentemente la intuición, teniendo en mente la idea de los tres grupos, es la mejor guía, aunque puede llevar un tiempo dejarla libre. Yo ya he comprobado que es muy útil.

Los tres grupos tienen todo tipo de nutrientes, pero las plantas verdes aportan principalmente proteínas y minerales, además de fitonutrientes muy importantes como la clorofila, las frutas dulces vitaminas y glucosa, y las plantas grasas lipidos.

Si durante un periodo de tiempo se come un exceso de algún grupo de alimentos, surgirán síntomas de desequilibrio a todos los niveles, por ejemplo, si se come a base de sólo fruta, al cabo de más o menos tiempo se presentará un déficit de minerales y de lípidos que impulsarán al cuerpo a buscar sustitutos, por lo que aparecerán fuertes tentaciones de comer productos con grasa (proteína animal, aunque lo que se busca es grasa, lácteos, pan, por su absorción más lenta…), lo que si no se está avisado llevará a pensar que el cuerpo realmente necesita estas cosas cuando sólo busca algún medio de compensación. Ni que decir que todos esos pseudomedios conllevan efectos secundarios indeseables.

Otro aspecto paralelo a tener en cuenta es el exceso de proteínas. Estamos adaptados como primates que somos a cantidades de proteínas muy bajas, óptimamente del 1 al 5%, estimo, del total del alimento, de ahí que las verduras verdes se puedan considerar fuentes de proteína, incluso mejores que las nueces, que por la misma razón deben comerse con moderación (las recomendaciones andan en 750 gramos a un kilo por semana, en media), pues su aporte principal son las grasas. Comer exceso de proteínas conlleva grandes perturbaciones y una intoxicación del organismo, con un incremento de la eliminación y la subsiguiente deshidratación, aparte de otros síntomas. Los déficits de proteínas son sumamente raros, siendo mucho más frecuentes los de minerales, los nutrientes más importantes con diferencia.

La sal inorgánica no es necesaria, y muchos autores recomiendan las plantes verdes, algas y agua de mar, que no agua con sal, por muy completa que sea.

Respecto al tipo de sangre, los del grupo O tenderán a asumir mejor cantidades mayores de grasas y peor cantidades grandes de frutas dulces, debido a una tendencia a tener un metabolismo de oxidación rápida. Los del grupo A es justo al revés, porque la tendencia es a tener un metabolismo de oxidación lenta, les sentarán bien cantidades mayores de fruta dulce, mientras que a los del grupo O puede producirles hambre repentina y ansiedad, siempre dentro de un contexto de exceso.

Es útil también tener en cuenta que existen maneras no alimentarias de equilibrar los efectos de los distintos grupos, acciones que centran, equilibran por su propia naturaleza. La más importante de todas es la meditación y la respiración profunda, el yoga o el chi kung, el ejercicio y otras.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Higienismo




Cada uno crea sus propias enfermedades y para salir de las mismas todas las influencias y hábitos de enervación o que bajan la energía vital deben ser suprimidos y corregidos. El descanso, el sueño y en general un reposo suficiente es primordial para restablecer la libre circulación de la energía vital. El ayuno permite que toda la energía habitualmente gastada en la digestión sea dedicada a la eliminación de toxinas y la revitalización, a condición de que éste sea seguido y acompañado del suficiente reposo y no de un stress o esfuerzo de ningun tipo. El alimento crudo te permite economizar una gran cantidad de energía vital que malgastarás si lo consumes cocinado, por la LEUCOCITOSIS digestiva, que la dieta cocinada produce. Los baños de sol despertarán a la naturaleza que hay en tu interior. La supresión de los medicamentos puramente sintomáticos dejará a la energía vital libre para actuar sin ningún tipo de represión. Las emociones negativas son una de las principales causas de enervación por lo que su supresión es una condición absolutamente necesaria para el restablecimiento de la salud y la paz interior.


No basta con adoptar una dieta perfecta para recobrar la salud, es necesario también corregir el estado de enervación. Los tres pasos hacia el suicidio Involuntario: Tu organismo posee un poder inherente de restablecimiento y autodefensa y que la eficacia de éste depende de tu fuerza vital. El organismo siempre tiende a retornar a su equilibrio y a mantenerlo mientras le sea posible. Es debido a esa tendencia que en ciertos períodos, cuando el nivel de toxemia que el organismo tolera sobrepasa un cierto punto ( variable según cada individuo ) que una crisis depurativa se declara entonces... es lo que se denomina la enfermedad aguda. De ordinario se presenta con los síntomas de fiebre, transpiración, abatimiento, erupciones, diarrea, mucosidades, etc. Todos estos signos indican un intento saludable por parte del organismo para eliminar masivamente las toxinas indebidamente retenidas. Estos son los verdaderos mecanismos de liberación y de curación o mejor dicho aun de autorrestablecimiento.

Pero generalmente estos signos de reacción depuradora son mal interpretados debido a una larga tradición médica que nos los ha presentado como males y peligros a combatir. El resultado es que todo tipo de medicina, oficial o no ( y entendemos por esta última tanto a médicos como a naturópatas y a curanderos ) lucha contra estos síntomas reprimiéndolos. Empeñándose en ignorar sus causas, no los hace desaparecer sino que los enmascara y reprime por la intervención de los medicamentos ( sintéticos o naturales ) y otros procedimientos que no hacen sino debilitar más las reservas de la energía vital y forzar al organismo a convivir con la toxemia. El primer paso hacia el suicidio ha sido dado...


A pesar de la terapéutica represiva el sujeto parece restablecerse, aunque ocasionales intentos de crisis depurativas irán apareciendo con el tiempo y todos ellos serán a su vez reprimidos por aquellos que tratan a la enfermedad. Como consecuencia de todo ello el organismo se debilita cada vez más hasta llegar a un punto en el que la invasión de toxinas, medicamentos y venenos que se le administra dan lugar a la aparición de la enfermedad crónica. El segundo paso hacia el suicidio ha sido dado.

El estado de la enfermedad crónica se presenta entonces claramente definido: por un lado la enervación, es decir una pérdida del potencial vital; del otro lado, por una acumulación siempre mayor de toxinas endógenas y exógenas en el interior del organismo. Este busca adaptarse sin dejar de mantener sus constantes vitales a la convivencia con este estado de toxemia. Crisis agudas pueden aun presentarse en el curso de la enfermedad crónica, gracias a una toma de vitalidad obtenida, por ejemplo, de un reposo mayor.

Pero si estas crisis agudas liberatrices son aún mal interpretadas, combatidas y reprimidas, el organismo pierde cada vez más sus posibilidades de desintoxicarse y restablecerse. El tercer paso hacia el suicidio ya ha sido dado, y como consecuencia de él la decadencia del organismo, el proceso degenerativo y la muerte se presentarán invariablemente, en poco espacio de tiempo, acortando el curso normal de la vida.

¿Cómo pueden ser evitados esos tres pasos fatales? Sencillamente, dejando de reprimir las crisis depurativas y suprimiendo las causas de enervación y la toxemia, sustituyéndolos por un programa de vida sana.

Recuerda que al adoptar un programa de vida sana tu energía vital va a despertarse y es muy fácil que ésta, una vez libre, intente restablecer de nuevo el equilibrio y la salud, por lo que pueden presentarse crisis depurativas que no deben ser nunca jamás reprimidas, sino recibidas con alegría, pues ellas son la señal de que empezamos a regenerar nuestro organismo. El buen higienista comprende la naturaleza de estas crisis, por lo que no se desanima, ni maldice su mala suerte, ni duda sobre la inteligencia de su naturaleza interior.

Cuando se te presente una crisis depurativa debes de procurarte el máximo reposo, ayunar o adoptar una dieta hídrica, y evitar que personas con buena fe pero demasiado temor e ignorancia te acosen para que reprimas tus síntomas con medicamentos o te insistan en la necesidad de nutrirte en tan inoportuno momento.

Si te acosa una crisis depurativa debes darle una oportunidad a tu naturaleza y no un paso hacia el suicidio. No existe efecto sin causa. Por cada efecto tiene que haber una causa. Todas estas condiciones patológicas a las que llamamos enfermedades son los efectos de una causa común... enervación y toxemia.

La causa básica de esta condición es naturalmente una dieta pobre. El alimento de la civilización ha sido tan adulterado y tan alterado que en poco se parece al que nos ofrece la naturaleza virgen. La mayoría de sus sustancias vitales han sido eliminadas. No puedes esperar construir un cuerpo sano ni poseer mucha fuerza vital con comestibles pobres. La mayoría de las personas en la civilización actual sufren las consecuencias de una malnutrición crónica y de otros hábitos equivocados.

domingo, 8 de noviembre de 2009

¿Cómo afecta el fuego a los alimentos?





En primer lugar has de comprender que someter un alimento a una alta temperatura, provoca que las moléculas e incluso los átomos se separen y se vuelvan a unir en formas distintas a las originales.

Un alimento, sea cual sea, contiene ácidos, vitaminas, minerales, enzimas o fermentos, azúcares, almidones, grasas, proteínas, sustancias aromáticas, etc, la suma de todos ellos da lugar a las células y tejidos que lo constituyen, pero siempre en un orden y dinámica específicos. Según la temperatura a que sean sometidos la acción del fuego se hará notar a nivel molecular o atómico. El resultado es la desorganización, la ruptura de los moldes originales, la degradación. No es difícil, una vez llegados a este punto, imaginar la gravedad de este hecho, ya que no sólo se destruye una parte de los elementos nutritivos sino que, mucho peor, permite la refundición de los constituyentes primarios y su recreación o sustitución por nuevas moléculas que suelen rebelarse como auténticos venenos.

Este es el caso, por citar un ejemplo, del sano e inocuo aceite de oliva, el cual se ve, una vez frito, convertido en un peligroso portador de un tóxico veneno, las acroleínas.

Ten bien presente que un cuerpo vivo, vegetal y mucho más en el animal, comienza su descomposición enseguida que cesa de vivir. Así un vegetal comienza a sufrir fermentaciones desde el momento en que es arrancado del suelo... de aquí la importancia de consumirlo lo más fresco posible. Aún peor en el tejido animal, en el cual es un proceso de putrefacción cadavérica lo que tiene lugar. Con el fuego, lo único que hacemos es acelerar este proceso de descomposición del alimento original, dándole una metamorfosis de la materia orgánica en clara regresión al estado inorgánico mineral. El último grado de degradación tiene lugar con la formación de alquitranes ( o sustancias melanoideas, es decir, de aspecto negruzco ) tóxicos en sumo grado para nuestro organismo.

No es de extrañar que tarde o temprano todas estas desnaturalizaciones a las que sometemos nuestros alimentos den lugar a una degeneración de nuestro propio organismo. Así lo dió a entender el Dr. O. Stiner, cuando provocó cáncer, caries y otros trastornos en conejos tan sólo con cocinar su acostumbrada comida. Y como si no fuera suficiente mencionaremos también los estudios del conocido cancerólogo norteamericano, Profesor Dr. Charles Huggins, de la Universidad de Chicago, que encontró en alimentos muy cocidos, fritos o asados hidrocarburos directamente cancerígenos ( especialmente en los ahumados y torrefactados ) parecidos a los del humo y el hollín... ¡no alquitranes tus alimentos!


Cuando destruímos de esta forma nuestros alimentos nos destruímos a nosotros mismos. Esto es una realidad que no admite discusión. Cuando adoptamos una alimenta ción crudívora estamos proporcionando a nuestro organismo los alimentos naturales que le corresponden por derecho propio y que le permiten regenerarse e ir restableciendo la salud con tal de que disponga de suficiente energía vital todavía. Cuando comprendemos todos estos principios en seguida asumimos el hecho de que las curas maravillosas que a veces tienen lugar con la adopción de esta forma correcta de vida higiénica no son ningún milagro, sino la consecuencia lógica y natural de haber puesto de nuevo al organismo en una situación de equilibrio.

Por otro lado tenemos que tener en cuenta que consumir alimentos a bajas temperaturas puede hacernos el mismo daño. Las proteínas heladas desactivan o entorpecen la acción de las enzimas, de forma que llegan a la putrefacción en el estómago. Si consumimos un helado inmediatamente después de comer lo único que hacemos es, además de sumar más incompatibilidades, entorpecer la digestión de los otros alimentos. Tampoco deberíamos consumir frutas ni vegetales recién sacados del frigorífico.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Proteinas




Podemos decir que son los nutrientes que van a formar los ladrillos del edificio del cuerpo,es decir tienen una función primordialmente estructural.

Las proteínas están formadas por unos compuestos químicos llamados aminoácidos, que se dividen en dos tipos: esenciales y no esenciales.


¿Qué son los aminoácidos esenciales?.- Son los que no somos capaces de sintetizar en el organismo, por lo que debemos ingerirlos en la dieta. Son ocho y según la proporción o existencia de éstos en una proteína esta será de mejor o peor calidad. Los ocho aminoácidos esenciales son: Valina, Leucina, Isoleucina, Fenilalanina, Triptófano, Treonina, Metionina y Lisina.


Funciones de las proteínas.

-Formación de enzimas, que son sustancias reguladoras, aunque estas no las ingerimos, las formamos en el interior del organismo

-Como reserva de ellas mismas y que tenemos circulando en la sangre( albúmina y globulinas).

-Como transporte, el caso de la hemoglobina en la sangre, para transportar el oxígeno.

-Contráctiles, que están presentes en los procesos de contracción de los músculos (actina y miosina).

-Formación de anticuerpos en una acción inmunitaria.

-Formación de compuestos tóxicos, como el caso de los venenos de las serpientes,etc.

-Formación de algunas hormonas en el organismo, que también son sustancias reguladoras de muchas acciones importantes para el ser humano.

-Formación de la estructura del organismo y de tejidos de relleno, como el conjuntivo, caso del colágeno, elastina y reticulina.



¿Porqué comer crudo?



En primer lugar, entre las razones para comer crudo, destacaría el hecho aceptado por cualquier médico de que el cuerpo reacciona inmunitariamente contra cualquier alimento cocinado por encima de determinada temperatura, proceso que se denomina leucocitosis digestiva, es decir, el número de leucocitos en sangre aumenta, cosa que no ocurre cuando se come el mismo alimento crudo. Por tanto el cuerpo reconoce como algo extraño de lo que tiene que defenderse aquello a lo que denominamos en principio alimento. Claro está que se puede sobrevivir con dichos “alimentos”, pero las consecuencias son numerosas, tanto a corto como a largo plazo. 

Otra razón para comer crudo es la destrucción de nutrientes, algo aceptado, y la destrucción de enzimas propias del alimento, esto menos conocido, que ayuda en el proceso digestivo ahorrando enzimas del propio cuerpo. Este hecho se traduce en una permanencia en estómago mucho menor para los alimentos crudos que para los cocinados y en una inflamación de los diferentes órganos de digestión y asimilación por hiperactividad (para compensar un defecto de enzimas y un exceso de productos químicos no utilizables por el organismo producidos en al cocción) nula, con lo que la presión abdominal disminuye y tareas íntimamente relacionadas como la respiración se ven enormemente facilitadas.

Entonces lo mejor es comer crudo. ¿Presenta algún déficit de nutrientes esta dieta?. Pues es justamente al revés. Las vitaminas hidrosolubles se destruyen a partir de los 50º o 60º, y en los alimentos procesados lo esperable es que no haya prácticamente nada de este tipo de vitaminas. Cómo es comúnmente aceptado que las vitaminas son sustancias naturales, están obviamente presentes en los alimentos crudos, y lo que precisamente habría que explicar es cómo las personas que ingieren una dieta con poquísimos o ningún crudo pueden sobrevivir. 


La vitamina más controvertida sería la b12 y al respecto se pueden decir dos cosas: una es que efectivamente hay trazas o incluso se estima que cantidades no medibles pero significativas para el cuerpo en la mayoría de los alimentos vegetales crudos, y si una vaca o un gorila están sanos comiendo plantas, el ser humano que es fisiológicamente un primate, por lo tanto herbívoro, también puede. Postular lo contrario es cuanto menos sospechoso, sabiendo a quién beneficia. Por otro lado las bacterias simbióticas del tubo digestivo, las llamadas lactobacterias, producen diversas vitaminas y nutrientes, entre ellas la b12, que son absorbidas por el organismo. El requisito sería una flora sana, lo cual se logra con una alimentación adecuada. En el proceso, además del punto uno, se pueden emplear fermentados caseros.

Entonces comer crudo es para lo que genéticamente está diseñado, por así decirlo, no sólo los seres humanos, sino cualquier forma de vida, al menos en este planeta. El orden se alimenta del orden.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Vitaminas



Las vitaminas son sustancias orgánicas imprescindibles en los procesos metabólicos que tienen lugar en la nutrición de los seres vivos. No aportan energía, puesto que no se utilizan como combustible, pero sin ellas el organismo no es capaz de aprovechar los elementos constructivos y energéticos suministrados por la alimentación. Normalmente se utilizan en el interior de las células como precursoras de los coenzimas, a partir de los cuales se elaboran los miles de enzimas que regulan las reacciones químicas de las que viven las células.

Las vitaminas deben ser aportadas a través de la alimentación, puesto que el cuerpo humano no puede sintetizarlas. Una excepción es la vitamina D, que se puede formar en la piel con la exposición al sol, y las vitaminas K, B1, B12 y ácido fólico, que se forman en pequeñas cantidades en la flora intestinal.

Con una dieta equilibrada y abundante en productos frescos y naturales, dispondremos de todas las vitaminas necesarias y no necesitaremos ningún aporte adicional en forma de suplementos de farmacia o herbolario. Un aumento de las necesidades biológicas requiere un incremento de estas sustancias, como sucede en determinadas etapas de la infancia, el embarazo, la lactancia y durante la tercera edad. El consumo de tabaco, alcohol o drogas en general provoca un mayor gasto de algunas vitaminas, por lo que en estos casos puede ser necesario un aporte suplementario. Debemos tener en cuenta que la mayor parte de las vitaminas sintéticas no pueden sustituir a las orgánicas, es decir, a las contenidas en los alimentos o extraídas de productos naturales (levaduras, germen de trigo, etc.). Aunque las moléculas de las vitaminas de síntesis tengan los mismos elementos estructurales que las orgánicas, en muchos casos no tienen la misma configuración espacial, por lo que cambian sus propiedades.

Vitaminas liposolubles.

Son las que se disuelven en disolventes orgánicos, grasas y aceites. Se almacenan en el hígado y tejidos adiposos, por lo que es posible, tras un aprovisionamiento suficiente, subsistir una época sin su aporte.

Si se consumen en exceso (más de 10 veces las cantidades recomendadas) pueden resultar tóxicas. Esto les puede ocurrir sobre todo a deportistas, que aunque mantienen una dieta equilibrada recurren a suplementos vitamínicos en dosis elevadas, con la idea de que así pueden aumentar su rendimiento físico. Esto es totalmente falso, así como la creencia de que los niños van a crecer más cuantas más vitaminas les hagamos tomar.

Vitaminas hidrosolubles.

Se caracterizan porque se disuelven en agua, por lo que pueden pasarse al agua del lavado o de la cocción de los alimentos. Muchos alimentos ricos en este tipo de vitaminas no nos aportan al final de prepararlos la misma cantidad que contenían inicialmente. Para recuperar parte de estas vitaminas (algunas se destruyen con el calor), se puede aprovechar el agua de cocción de las verduras para caldos o sopas.

A diferencia de las vitaminas liposolubles no se almacenan en el organismo. Esto hace que deban aportarse regularmente y sólo puede prescindirse de ellas durante algunos días.

El exceso de vitaminas hidrosolubles se excreta por la orina, por lo que no tienen efecto tóxico por elevada que sea su ingesta.


Recomendaciones para evitar deficiencias de vitaminas.

La principal fuente de vitaminas son los vegetales crudos, por ello, hay que igualar o superar la recomendación de consumir 5 raciones de vegetales o frutas frescas al día

Hay que evitar los procesos que produzcan pérdidas de vitaminas en exceso:
Hay que evitar cocinar los alimentos en exceso. A mucha temperatura o durante mucho tiempo.

Echar los alimentos que se vayan a cocer, en el agua ya hirviendo, en vez de llevar el agua a ebullición con ellos dentro.

Evitar que los alimentos estén preparados (cocinados, troceados o exprimidos), mucho tiempo antes de comerlos.

La piel de las frutas o la cáscara de los cereales contiene muchas vitaminas, por lo que no es conveniente quitarla.

Elegir bien los alimentos a la hora de comprarlos, una mejor calidad redunda en un mayor valor nutritivo.

Aunque la mayoría de los procesamientos perjudica el contenido vitamínico, algunos procesos biológicos pueden incrementar el contenido de vitaminas en los alimentos, como por ejemplo la fermenctación y el germinado de semillas.

Los procesos industriales, normalmente suelen destruir las vitaminas, la congelación produce pérdidas en la calidad de las moléculas de algunas vitaminas inactivando parte de ellas, por lo que es mejor consumir los alimentos 100% frescos.



miércoles, 4 de noviembre de 2009

Enzimas, ¿qué son?





Las enzimas son proteínas que se producen en el interior de los organismos vivos y que están especializadas en favorecer o hacer posible reacciones específicas del metabolismo. En general, se pueden clasificar de un modo práctico en tres grupos: 
- Digestivas. Permiten que nuestro organismo aproveche eficazmente los nutrientes de los alimentos que conforman la dieta. Estas enzimas son secretadas a lo largo del tubo digestivo.
- Metabólicas. Se producen en el interior de las células del cuerpo y contribuyen a la eliminación de sustancias de deshecho y toxinas, intervienen en procesos de obtención de energía, la regeneración de las células y en el buen funcionamiento de nuestro sistema inmunológico.
- Dietéticas o enzimas de los alimentos. Forman parte de la composición de alimentos crudos; la mayor parte de las enzimas se destruyen por la acción del calor. Favorecen los procesos digestivos y el funcionamiento de las otras enzimas. 


Déficit de enzimas y sus sintomatología

La carencia o destrucción de enzimas puede ser debida a la presencia de ciertas patologías, al propio proceso de envejecimiento o a ciertas afecciones digestivas que afectan sobre todo a estómago e intestino. El déficit enzimático se asocia a procesos de fermentación y putrefacción de los alimentos parcialmente digeridos, lo que puede dar lugar a los siguientes síntomas: dispepsia o digestiones difíciles, flatulencia o aerofagia, problemas de la piel, astenia o fatiga, dolores musculares o articulares, mayor riesgo de cálculos biliares, reacciones alérgicas e infecciones frecuentes, etc. En cualquier caso, lo recomendable es realizar una dieta equilibrada, en la que abunden los vegetales frescos de consumo en crudo, y en caso necesario, recurrir al empleo de suplementos de enzimas, para asegurar el aprovechamiento completo de los nutrientes de los alimentos ingeridos y evitar la acumulación de sustancias tóxicas de nuestro organismo.


¿Dónde encontrarlas?

Son alimentos ricos en enzimas: los vegetales que se consumen crudos como verduras y hortalizas, frutas, germinados, alimentos fermentados, melaza y bebidas tan refrescantes como la horchata de chufa. 
Cabe destacar enzimas como la bromelina o bromelaína de la piña y la papaína de la papaya que, tomados en comprimidos, facilitan la digestión de las proteínas.