viernes, 13 de noviembre de 2009

Bases para un crudivorismo equilibrado





Lo mas importante es equilibrar las cantidades de los distintos tipos de alimentos que existen atendiendo a sus efectos metabólicos.

Antes hay que conocer que el cuerpo realiza tres funciones corporales básicas, siempre de manera simultánea pero en la que una de las tres predomina sobre las otras dependiendo de factores como la alimentación y la hora del día. 


Estas funciones son la eliminación, la digestión y la asimilación. Bien, los tres tipos de alimentos a considerar según potencien una u otra función, y no sólo porque entre todos aporten todos los nutrientes necesarios, son:

Plantas de hoja verde: Lechugas, repollo, espinaca, berzas, escarola, brotes crecidos (con hojas), y en general toda planta con más o menos clorofila.
Este grupo estimula principalmente la eliminación y son la fuente óptima de proteínas.

Plantas con alto contenido en grasas: Aguacate, aceituna, todo tipo de nueces. Fuente principal de lípidos y estimulan la asimilación.

Frutas dulces: Frescas y secas. Manzanas, uvas, dátiles, plátanos…
Fuente de glucosa y estimulan la digestión.

Un cuarto grupo que no tiene efecto de estimulación sobre ninguno de las funciones nombradas, es el de los frutos no dulces, como el pepino, la calabaza, el calabacín y afines.

La idea es que comer unas cantidades proporcionales de alimentos de los tres grupos de manera que se compensen sus efectos. Si en una comida se come un exceso de fruta, en las otras hay que comer más verde y más nueces, y así para todas las posibilidades. Evidentemente la intuición, teniendo en mente la idea de los tres grupos, es la mejor guía, aunque puede llevar un tiempo dejarla libre. Yo ya he comprobado que es muy útil.

Los tres grupos tienen todo tipo de nutrientes, pero las plantas verdes aportan principalmente proteínas y minerales, además de fitonutrientes muy importantes como la clorofila, las frutas dulces vitaminas y glucosa, y las plantas grasas lipidos.

Si durante un periodo de tiempo se come un exceso de algún grupo de alimentos, surgirán síntomas de desequilibrio a todos los niveles, por ejemplo, si se come a base de sólo fruta, al cabo de más o menos tiempo se presentará un déficit de minerales y de lípidos que impulsarán al cuerpo a buscar sustitutos, por lo que aparecerán fuertes tentaciones de comer productos con grasa (proteína animal, aunque lo que se busca es grasa, lácteos, pan, por su absorción más lenta…), lo que si no se está avisado llevará a pensar que el cuerpo realmente necesita estas cosas cuando sólo busca algún medio de compensación. Ni que decir que todos esos pseudomedios conllevan efectos secundarios indeseables.

Otro aspecto paralelo a tener en cuenta es el exceso de proteínas. Estamos adaptados como primates que somos a cantidades de proteínas muy bajas, óptimamente del 1 al 5%, estimo, del total del alimento, de ahí que las verduras verdes se puedan considerar fuentes de proteína, incluso mejores que las nueces, que por la misma razón deben comerse con moderación (las recomendaciones andan en 750 gramos a un kilo por semana, en media), pues su aporte principal son las grasas. Comer exceso de proteínas conlleva grandes perturbaciones y una intoxicación del organismo, con un incremento de la eliminación y la subsiguiente deshidratación, aparte de otros síntomas. Los déficits de proteínas son sumamente raros, siendo mucho más frecuentes los de minerales, los nutrientes más importantes con diferencia.

La sal inorgánica no es necesaria, y muchos autores recomiendan las plantes verdes, algas y agua de mar, que no agua con sal, por muy completa que sea.

Respecto al tipo de sangre, los del grupo O tenderán a asumir mejor cantidades mayores de grasas y peor cantidades grandes de frutas dulces, debido a una tendencia a tener un metabolismo de oxidación rápida. Los del grupo A es justo al revés, porque la tendencia es a tener un metabolismo de oxidación lenta, les sentarán bien cantidades mayores de fruta dulce, mientras que a los del grupo O puede producirles hambre repentina y ansiedad, siempre dentro de un contexto de exceso.

Es útil también tener en cuenta que existen maneras no alimentarias de equilibrar los efectos de los distintos grupos, acciones que centran, equilibran por su propia naturaleza. La más importante de todas es la meditación y la respiración profunda, el yoga o el chi kung, el ejercicio y otras.

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