lunes, 9 de noviembre de 2009

Higienismo




Cada uno crea sus propias enfermedades y para salir de las mismas todas las influencias y hábitos de enervación o que bajan la energía vital deben ser suprimidos y corregidos. El descanso, el sueño y en general un reposo suficiente es primordial para restablecer la libre circulación de la energía vital. El ayuno permite que toda la energía habitualmente gastada en la digestión sea dedicada a la eliminación de toxinas y la revitalización, a condición de que éste sea seguido y acompañado del suficiente reposo y no de un stress o esfuerzo de ningun tipo. El alimento crudo te permite economizar una gran cantidad de energía vital que malgastarás si lo consumes cocinado, por la LEUCOCITOSIS digestiva, que la dieta cocinada produce. Los baños de sol despertarán a la naturaleza que hay en tu interior. La supresión de los medicamentos puramente sintomáticos dejará a la energía vital libre para actuar sin ningún tipo de represión. Las emociones negativas son una de las principales causas de enervación por lo que su supresión es una condición absolutamente necesaria para el restablecimiento de la salud y la paz interior.


No basta con adoptar una dieta perfecta para recobrar la salud, es necesario también corregir el estado de enervación. Los tres pasos hacia el suicidio Involuntario: Tu organismo posee un poder inherente de restablecimiento y autodefensa y que la eficacia de éste depende de tu fuerza vital. El organismo siempre tiende a retornar a su equilibrio y a mantenerlo mientras le sea posible. Es debido a esa tendencia que en ciertos períodos, cuando el nivel de toxemia que el organismo tolera sobrepasa un cierto punto ( variable según cada individuo ) que una crisis depurativa se declara entonces... es lo que se denomina la enfermedad aguda. De ordinario se presenta con los síntomas de fiebre, transpiración, abatimiento, erupciones, diarrea, mucosidades, etc. Todos estos signos indican un intento saludable por parte del organismo para eliminar masivamente las toxinas indebidamente retenidas. Estos son los verdaderos mecanismos de liberación y de curación o mejor dicho aun de autorrestablecimiento.

Pero generalmente estos signos de reacción depuradora son mal interpretados debido a una larga tradición médica que nos los ha presentado como males y peligros a combatir. El resultado es que todo tipo de medicina, oficial o no ( y entendemos por esta última tanto a médicos como a naturópatas y a curanderos ) lucha contra estos síntomas reprimiéndolos. Empeñándose en ignorar sus causas, no los hace desaparecer sino que los enmascara y reprime por la intervención de los medicamentos ( sintéticos o naturales ) y otros procedimientos que no hacen sino debilitar más las reservas de la energía vital y forzar al organismo a convivir con la toxemia. El primer paso hacia el suicidio ha sido dado...


A pesar de la terapéutica represiva el sujeto parece restablecerse, aunque ocasionales intentos de crisis depurativas irán apareciendo con el tiempo y todos ellos serán a su vez reprimidos por aquellos que tratan a la enfermedad. Como consecuencia de todo ello el organismo se debilita cada vez más hasta llegar a un punto en el que la invasión de toxinas, medicamentos y venenos que se le administra dan lugar a la aparición de la enfermedad crónica. El segundo paso hacia el suicidio ha sido dado.

El estado de la enfermedad crónica se presenta entonces claramente definido: por un lado la enervación, es decir una pérdida del potencial vital; del otro lado, por una acumulación siempre mayor de toxinas endógenas y exógenas en el interior del organismo. Este busca adaptarse sin dejar de mantener sus constantes vitales a la convivencia con este estado de toxemia. Crisis agudas pueden aun presentarse en el curso de la enfermedad crónica, gracias a una toma de vitalidad obtenida, por ejemplo, de un reposo mayor.

Pero si estas crisis agudas liberatrices son aún mal interpretadas, combatidas y reprimidas, el organismo pierde cada vez más sus posibilidades de desintoxicarse y restablecerse. El tercer paso hacia el suicidio ya ha sido dado, y como consecuencia de él la decadencia del organismo, el proceso degenerativo y la muerte se presentarán invariablemente, en poco espacio de tiempo, acortando el curso normal de la vida.

¿Cómo pueden ser evitados esos tres pasos fatales? Sencillamente, dejando de reprimir las crisis depurativas y suprimiendo las causas de enervación y la toxemia, sustituyéndolos por un programa de vida sana.

Recuerda que al adoptar un programa de vida sana tu energía vital va a despertarse y es muy fácil que ésta, una vez libre, intente restablecer de nuevo el equilibrio y la salud, por lo que pueden presentarse crisis depurativas que no deben ser nunca jamás reprimidas, sino recibidas con alegría, pues ellas son la señal de que empezamos a regenerar nuestro organismo. El buen higienista comprende la naturaleza de estas crisis, por lo que no se desanima, ni maldice su mala suerte, ni duda sobre la inteligencia de su naturaleza interior.

Cuando se te presente una crisis depurativa debes de procurarte el máximo reposo, ayunar o adoptar una dieta hídrica, y evitar que personas con buena fe pero demasiado temor e ignorancia te acosen para que reprimas tus síntomas con medicamentos o te insistan en la necesidad de nutrirte en tan inoportuno momento.

Si te acosa una crisis depurativa debes darle una oportunidad a tu naturaleza y no un paso hacia el suicidio. No existe efecto sin causa. Por cada efecto tiene que haber una causa. Todas estas condiciones patológicas a las que llamamos enfermedades son los efectos de una causa común... enervación y toxemia.

La causa básica de esta condición es naturalmente una dieta pobre. El alimento de la civilización ha sido tan adulterado y tan alterado que en poco se parece al que nos ofrece la naturaleza virgen. La mayoría de sus sustancias vitales han sido eliminadas. No puedes esperar construir un cuerpo sano ni poseer mucha fuerza vital con comestibles pobres. La mayoría de las personas en la civilización actual sufren las consecuencias de una malnutrición crónica y de otros hábitos equivocados.

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